Un sitio perfecto para el descanso, ubicado a las afueras de pueblo. Habitaciones amplias y confortables, cumplen su cometido.
Entre los aspectos a mejorar, habría que indicar que al ser una casona antigua no dispone de ascensor, lo que hace pesado llevar mucho equipaje y tener que estar subiéndolo muchas escaleras( especialmente para personas mayores no es accesible).
Los desayunos se hacen repetitivos/pesados si se está muchos días hospedado, ya que siempre es lo mismo. Ponen mucha bolleria casera( bizcochos, magdalenas), tostadas, zumo y unas pequeñas porciones de jamón york. Para personas que no puedan tomar azúcar, no hay alternativas de desayuno. Si se quiere tomar algo distinto, te lo cobran como extra( lo que no me parece bien, ya que no es un hotel precisamente barato). Raciones justas y muy medidas( pero siempre puedes repetir si quieres, no ponen pegas). Inés se encarga de dar el servicio de desayunos y está siempre dispuesta y atenta a lo que pidas, aunque a veces va lenta y tarda un poco en traer las cosas, ya que está sola sirviendo las mesas.
En general, la estancia en términos generales ha sido buena y hemos estado muy a gusto. Seguramente repetiremos y esperamos que mejore el tema de los desayunos! Por lo demás, un alojamiento muy agradable.