Lo único positivo es el personal, son de 10. El hotel, por llamarlo de alguna forma,es para llorar. Lo primero que te da un bofetón, es el olor a rancio. Los muebles son de hace 60 años por lo menos. Los armarios empotrados huelen a humedad. Está todo viejo y penoso. Las paredes están desconchados y los suelos de la entrada están sucios y llenos de manchas de pintura , los grifos y la bañera estaban oxidados. No hay aire acondicionado ni nevera. Fuimos con el desayuno incluido y dejaba bastante que desear. El microondas tenía al menos 20 años, estaba amarillo de lo viejo que era. De hecho, funcionaba un par de minutos y había que dejarlo un rato hasta que volvía a arrancar. Imposible descansar porque se escucha a la gente hablar como si estuviesen en la habitación con nosotros. Las camas incomodisimas.
La trabajadora que estaba en el comedor aguantaba el tipo como podía.
Si el alojamiento lo anunciarán como una pensión, no diría ni una palabra, pero pone que es un hotel de 3 estrellas. Pagamos 220 euros por dos noches y me pareció excesivo para lo que te encuentras.
Eso sí, el pueblo precioso!!