Vivimos en el Pueblo, apreciamos el cambio de un bar normal a un restaurante cálido, acogedor y muy tranquilo.
Decidimos probar, aunque tuvimos que reservar una semana antes y adaptarnos a un horario europeo, mereció la pena, la experiencia superó nuestras expectativas, tanto en el trato como la comida.
Los platos con una presentación sofiticada, cocina elaborada con profesionalidad, puntos y cocciones muy buenas, todo elaborado en casa, desde el pan hasta la repostería y algo que olvidan en algunos restaurantes, como servir los platos calientes, sin olvidar que el precio es más que razonable.
Seguro que dará que hablar en un futuro próximo.
Si lo pruebas repetirás...
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