Empresa familiar. Por tanto el trato es impecable. Bernat, el dueño, lo gestiona con muchísimo cariño. La ubicación es espectacular ya que el edificio linda con una iglesia y se ha mantenido el estilo arquitectónico original. No hay problema de aparcamiento ya que o enfrente del hotel o en las calles de detrás, siempre hay sitio. Es el mejor spa que he visitado ya que las sesiones son privadas y estas a tu aire. Para acceder al spa se pasa por un pasadizo secreto y parece que entres en otro mundo. El precio del spa, 15 euros por persona es simbólico ya que tiene de todo: yacuzzi gigante, baño turca seca, diferentes duchas y tumbonas calefactadas que dan a un patio abandonado de un edificio parecido a un convento y que parece que estés en el paraíso. Respecto a las habitaciones, son impecables. Nosotras siempre solemos coger una habitación en el edificio anexo ya que tiene un patio con árboles donde tomarse algo de noche es un placer, igual que despertarse con el canto de los pájaros. Las habitaciones tienen yacuzzi propio para dos personas y minibar bien surtido. Las chicas empleadas siempre nos cuidan al máximo, se acuerdan de lo nos gusta para desayunar de un mes a otro y nos hacen sentir como en familia. Es nuestro hotel de cabecera y una razón para venir a Mallorca siempre que podemos.Más