Es un restaurante al que solíamos ir con relativa frecuencia. Acudíamos en ocasiones especiales, ya que los precios son elevados. La comida y el servicio son bastante buenos pero, con sinceridad, el precio está algo (o bastante) inflado.
Aparte de la comida, el lugar, el local, la cubertería, decoración, servicio, etc. son correctos. Pero, no nos engañemos, no es un Estrella Michelín. Es más, está bastante lejos de serlo...
En nuestra última reunión familiar (14 comensales), habiendo hecho una generosa y copiosa (y costosa) comida, nos sacaron la tarta de cumpleaños que mi suegra les había solicitado para el evento. Al reservar, les dijo que si ellos se podían encargar o la llevábamos nosotros. Dijeron que ellos la pondrían... y así fue.
No era, por supuesto, de elaboración propia. Era comprada. Una tarta de chocolate. Estaba buena, correcta.
Era algo escasa, pero pudimos cortar unas 10 raciones, pequeñitas.
Miramos la cuenta, pagamos y dimos las gracias.
Nos cobraron 50€ por la tarta de cumpleaños.
En mi opinión, esto no es ponerle un precio alto, o muy alto... Es hacer de intermediario pero perpetrando un robo innecesario.
Es falta de profesionalidad, es aprovecharse de la situación y es tener un pésimo detalle con tus clientes.
Muy feo. Muy mal. Una pena.
No volveremos.