Es una casa del siglo XVI restaurada con muy buen gusto y convertida en un hotel de veinte habitaciones, no más. Está a tres pasos (casi literalmente) de la Plaza de la Constitución y de la catedral, así que más céntrico imposible. Tiene parking gratuito para los clientes y un patio muy agradable. Me quedé con las ganas de utilizar el restaurante (que tiene entrada independiente pero también acceso desde el hotel) pero ya lo haré en otra ocasión.
La habitación que nos tocó es muy silenciosa, y esa es otra ventaja innegable. No tenía vistas a ninguna parte y el cuarto de baño se hace un poco estrecho, aunque la ducha es amplia. Le falta también algo de luz.
Pese a esos pequeños defectos, es un hotel perfectamente válido para disfrutar de Guadix, una de las ciudades más interesantes de Granada.