Se trata de un hotel en primera línea de playa, justo frente al paseo marítimo, ubicado en la zona dedicada al negocio hostelero y hotelero de Peñíscola. Es muy atractivo estéticamente por su diseño moderno y cuidado y las habitaciones, las dobles, cuentan con unos balcones muy amplios y unas vistas magníficas del paseo, de la bonita playa de Peñíscola y, lo que es más interesante, del castillo del Papa Luna y casco viejo de la población crecida a su sombra. Los baños son pequeños y no cuentan con bañera sino con ducha de hidromasaje, algo que puede convertirse en una desventaja en el caso de alojarse con niños pequeños. Tampoco cuentan con bidé y el lavamanos es un poco pequeño, lo que lo convierte en un algo incómodo. El resto del equipamiento de la habitación es completo y de buen nivel tecnológico, incluyendo el televisor de última generación, soporte para "ipod", nevera, agradable hilo musical y caja fuerte. Como punto negativo destacable comentar que, cuando nos alojamos, solicitamos un tiempo de "gracia" para realizar el "late check out" con tal de alargar un poco la estancia en la localidad y se nos concedieron unos paupérrimos 30 minutos (a las 12'30 horas), algo no muy comprensible si atendemos a la circunstancia de que el día de finalización de la estancia era el lunes 11 de junio. Se alegó que el servicio de limpieza desarrollaba su labor en breve tiempo y no se podía demorar la salida de los clientes. El desayuno es bueno, por recién hecho, y se sirve en la mesa. Se consigue una relación calidad-precio un tanto ajustada.