toda una experiencia. Debíamos tener cara de primerizos (lo eramos en efecto) porque el camarero nos hizo toda una disertación sobre la visión del restaurante, sus objetivos, sus valores, sus métodos y el detalle de los ingredientes de cada plato. La verdad es lo agradecimos mucho ya que siempre gusta entender qué estás comiendo. Todos los platos sonaban ricos en la carta pero la verdad es que al paladar se notaba la calidad de los ingredientes (vegano 100% y de cultura ecológica certificada) y descubrimos combinaciones de sabores totalmente desconocidas hasta ahora. Mención especial al postre de aguacate con espirulina azul: un mix de dulce y salado en el mismo bocado que no deja indiferente a nadie. Un mito que me gustaría desmontar aprovechando esta opinión, es que en un restaurante vegano NO TIENES POR QUÉ QUEDARTE CON HAMBRE!!!! Es más, salimos totalmente saciados y sin ninguna pesadez de estómago. Eso sí, quizás los precios son algo más caros que en otros restaurantes pero sin lugar a dudas son altamente competitivos y por supuesto compensa en salud. Lo recomendamos y volveremos.
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