Estuvimos en el verano de 2011, llegamos en coche con la intención de descansar del ajetreo de Roma y desde luego .. misión cumplida. El entorno es una gozada con jardines piscina, etc ... El servicio amable y atento, las habitaciones grandes y silenciosas. Cenamos una noche en el restaurante: todo perfecto. No solo en el hotel, las gentes en La Toscana muy amables y dispuestos a ayudar en lo que necesites. Como ejemplo el día que llegamos era ya tarde para comida pero por indicaciones de la recepción del hotel fuimos a un bar que había en una gasolinera cercana y no solo nos dieron de comer lo que buenamente pudieron (la cocina estaba cerrada) sino que nos invitaron a un licor después de comer y nos trataron de maravilla.Más
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