Estancia de 37 familiares invitados por mi abuela. Desde meses antes cuando comenzamos la contratación, Oriol resultó una persona encantadora, cercana y muy eficiente.
Como se imaginan las edades de las personas del grupo eran muy dispares; desde 88 años hasta 7 y lo cierto es que todos disfrutamos muchísimo de la estancia.
La situación del hotel es inmejorable, en primera línea de playa, y las vistas son preciosas. Lo cierto es que la arena de la zona es bastante gorda y hace algo de daño en los pies, pero tanto la playa que está delante como la de Ça Conca, que se encuentra a 20 minutos a pie por una camino idílico, son muy bonitas. Además la zona es preciosa y hay muchas excursiones que merecen la pena en distancias cortas en coche.
La zona de piscina es muy tranquila y es el primer hotel en el que a las 7 de la madrugada no están ocupadas todas las hamacas,..., es más, siempre hay disponibles a cualquier hora del día.
El desayuno es muy bueno y es cierto que el menú de comida y cena es el mismo, pero como estábamos en media pensión, eso no fue ningún problema; el servicio es en mesa. Dos noches a la semana hay buffet de pescados y de carne con música en directo. Se puede disfrutar de las comidas en la terraza o en el comedor interior. Servicio de camareros bien; en especial Estefanía, siempre con una sonrisa, súper amable.
Las decoración de las habitaciones es algo anticuada, creo que necesitan una reforma. Dado a ser un grupo numeroso pudimos darnos cuenta de que hay bastante diferencia de unas habitaciones a otras; en cuanto a vistas, de tener bañera a ducha, amplitud, ...
El personal de recepción fue atentísimo en todo momento; hasta nos dejaron disponer, sin cargo, de una sala montada y del equipo para hacer una proyección. Incluso el técnico del hotel vino a mediodía para que todo saliera a la perfección (lamento no recordar su nombre...pero gracias!)
En resumen... una semana maravillosa! Gracias!