Comer justo en frente de una cala del Mediterráneo, es algo que llena los sentidos. Este restaurante tiene una ubicación preciosa, y el blanco de los muros te da la impresión de una casa de pescadores. Buena calidad y una carta razonable, hacen lo demás. Probé un arroz de marisco y uno de pollo, buenos los dos y unos entrantes de mar (almejas, buñuelos de bacalao, etc.) también buenos. Precio razonable y justo. Luego, merece la pena quedarse un poco mas por un sobremesa con un buen mojito fresco. Hay parking de sobra y cómodo, justo detrás. Nota negativa: el agua de cala Reona bastante sucia (algas), y la playa, lamentablemente, está muy descuidada, que lastima.
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