Estuvimos recientemente durante un viaje en familia. Es un hotel rural con encanto en una zona tranquila pero muy cerca de Ribadesella, con acceso bastante rápido por la autovía o por la carretera nacional (mejor este ya que el otro es muy estrecho)
La casa se encuentra en un diseminado de casitas pero relativamente aislada, rodeada de un jardín muy cuidado, con zonas de picnic y barbacoa. Las vistas a la montaña son muy bonitas.
El interior de la casa está mu limpio, con habitaciones y baños espaciosos y todo bastante nuevo.
Los desayunos son abundantes y ricos, con diferentes opciones: mermeladas, aceite, mantequilla, tomate triturado...(todo en unidosis para mayor higiene) para echar al pan y croissant (algunos días hay bizcocho casero riquísimo) y también ponen una bandeja en cada mesa de embutido y queso.
El personal, especialmente la dueña, Fini, muy cariñosos y atentos, te hacen sentir como en casa. También tienen una gata muy simpática que habita por el jardín y a veces se acerca a saludar.
Me gustó el detalle de que te dejen una botellita de agua en la mesita de noche, por si se te ha olvidado comprar.
En definitiva, muy recomendable si quieres una zona de descanso tranquila rodeada de naturaleza pero muy cerca de diversas zonas turísticas.