Hemos estado este fin de semana y hemos estado muy a gusto.
Es un hotel rustico, sencillo, pero merece la pena. La ubicación es genial, debajo de Covadonga. Se veia el santuario desde la habitación.
El desayuno genial. Embutido, queso de calidad media, lo cual se agradece. La bolleria buenisima. El cafe con leche muy rico. El zumo de naranja muy muy rico. Los panes tambien ricos, y se pueden tostar. Hay fruta, yoghurt, cereales... La verdad es que por 60 euros la habitación doble con desayyuno merece la pena.
Lo único negativo es que se escuchan mucho las puertas de las otras habitaciones, y a la mañana molesta un poco. Pero eso es logico, es todo madera y es normal que pase. Volveremos sin duda.
El personal encantador.