Hemos pasado una semana en esta casa y la experiencia ha sido de 10. El alojamiento es una casa en una finca al borde del mar, con unas vistas maravillosas. No es que veas el mar es que te sientes rodeado por él. En el terreno de la finca hay olivos y sabinas. Sentarte a la sombra de un arbol o desayunar en el porche frente al mar y tener esa vista ha sido una experiencia única. Desde la misma finca puedes bajar a darte un baño entre las rocas sin gente o caminar 5 minutos hasta cala Llenya. La casa está recien reformada y resulta comodísima por sus 3 lavabos completos. Nosotros éramos 3 familias ( 10 pax) y hemos estado genial. En estos días postcovid, estar en una casa donde se disfruta tanto sin moverte de ella, ha sido la mejor elección. Los dueños encantadores!!