Pues la verdad era la primera vez que íbamos y no sabíamos muy bien que nos íbamos a encontrar, además de saber que los servicios podrían estar restringidos dada la situación de COVID y que fue un regalo de unos amigos, vamos un Gustazo, que desconocíamos, porque además fue regalo de Boda, que por cierto disfrutamos bastante. La impresión fue buenísima. No sólo la ubicación es buena, sino que todos y cada uno de los apartamentos tienen vistas a los Acantilados, que eso le da un plus considerable. Nosotros aparentemente teníamos un apartamento reformado, que no varía mucho de los no renovados, excepto en el mobiliario y algún detalle diferente en el baño. La llegada fue buena, nos atendió Erika, muy amablemente y con mucha información, luego nos enteramos que era la subdirectora. Las instalaciones muy bien, el servicio de desayuno bastante completo y el personal, tanto Johanna como la señora que servía las tortillas y el chico del sábado, encantadores y súper serviciales. Igualmente la atención de Carlos Plasencia fue magnífica, atentos en todo momento y serviciales y dispuestos a atender todas las necesidades. Los apartamentos reformados están bastante completos, no les falta de nada y muy bien estructurados, con bastante luz y mobiliario moderno. A mi parecer las camas un poco duras, pero vamos, es soportable. La piscina impecable, el protocolo COVID bien implantado, el señor de la piscina super amable y haciendo que se cumpliesen todas las medidas establecidas. Echamos en falta un jacuzzi, dado el espacio tan amplio que tienen los apartamentos de una habitación, dado que vimos que algunos sí lo tenían, pero eran los de 2 habitaciones o más. Entendemos que con esta situación el hotel está bastante corto de personal y quizás no tengan el bar abierto o para cenar, pero desde luego, el que estaba, lo ha dado todo por dar una atención más que buena. Sin duda, nos quedamos bastante impresionados y satisfechos y no descartamos volver en un futuro próximo. Lo recomendamos sin duda alguna.