Llegamos un sábado a las 20,20 y nos atendió un chico amable pero que solo hablaba francés. En la habitación hacía fría y se lo indicamos, manípulo el radiador eléctrico y nos dijo que si había algún problema se lo hiciéramos saber. A las 21,00 bajamos a recepción para indicar que no iba el radiador (6ºC en el exterior) y ya no había nadie, ni hubo nadie en toda la noche, así que nos toco echar mantas para entrar en calor. Un hotel de 4 estrellas, y con precio como tal, no es de recibo que no te esperen con la habitación calentada y con gente en recepción para atenderte.
En el desayuno nos pusieron bollería y nos ofrecieron zumos, infusiones y/o café, además nos trajeron un yogur a cada uno. En una mesa había fruta y cereales. Cuando ya acabábamos llegó un matrimonio francés, que empezaron a pedirles cosas y les pusieron quesos, huevos revueltos con jamón y salchichas, las demás mesas que no habíamos dicho nada pues no se nos ofrecieron, al pedirlos al servicio si que ya nos pusieron las mismas cosas, pero hubo gente que ya había terminado que se fueron sin catar nada de eso.