En la pintoresca Utrecht, a 30 minutos al sur de Ámsterdam, los niños hacen kayak en el canal de Oudegracht, las bicicletas se apoyan en puentes cubiertos de flores y las cafeterías bordean los canales. El centro de la ciudad, que se puede recorrer a pie (en un radio de 10 minutos), es también uno de los lugares favoritos de los amantes de la gastronomía; es perfecto para disfrutar de delicias como las minitortitas neerlandesas de De Ontdekking y los embutidos y quesos en cinta transportadora de Kaasbar. Alquila una bicicleta para dar un paseo de 20 minutos hasta el salón de té de la finca de Rhijnauwen y el restaurante De Veldkeuken, que sirve platos veganos directamente del huerto.

Róterdam, reconstruida después de la Segunda Guerra Mundial, atrae a los viajeros con su arquitectura de vanguardia (en particular las Casas Cubo de Markthal) y sus barrios de moda. En Oude Noorden (norte antiguo), la calle Zwaanshals está llena de galerías, tiendas y restaurantes. Me deleité con la comida francesa del Bistro LOEVetDIE (la ratatouille es sublime) y con los platos de Oriente Medio del restaurante Mecca (pide huevos turcos con labneh o babka blanco). El antiguo puerto, Delfshaven, es una mezcla entre arquitectura histórica y atracciones modernas, como el Dakpark, de 1200 metros de longitud y que está situado en una azotea, y el club al aire libre Keilecafe.

Mi recuerdo favorito es la cerámica de Delft. Esta localidad de cuento, y la ciudad natal de Vermeer, es conocida por su cerámica azul y blanca. Puedes comprar piezas personalizadas en Heinen Delfts Blauw, antigüedades en Léon-Paul y artesanía única en Droom. Para ver a los artistas en acción, dirígete al Blue Tulip, situado frente a la iglesia medieval, en la plaza del mercado. Para comer, TAZZ es una cafetería acogedora que cumple a la perfección con el término neerlandés “gezellig” (acogedor y agradable).

Si te apasiona la historia, como a mí, te encantará La Haya. Como centro político del país, alberga el Palacio de Noordeinde (la residencia real) y Binnenhof, un castillo del siglo XIII en el que se encuentra el Parlamento. Al lado, el museo Mauritshuis exhibe obras de maestros neerlandeses como Rembrant y Vermeer en una mansión del siglo XVII. Consejo: visítalo a última hora del día (recientemente, fui al museo 30 minutos antes del cierre y contemplé “La joven de la perla”, sin nadie a mi alrededor).

Haarlem, a solo 20 minutos en tren de Ámsterdam, es mi lugar favorito para disfrutar de unas compras únicas. Algunas de mis tiendas favoritas son The James, de productos caseros; Callysta, de joyas; Vind, de ropa vintage; y 't Kaaswinkeltje, de quesos locales. Todas ellas a cinco minutos a pie del tren. Durante tu estancia, almuerza en By Lima, especializado en platos saludables, o, si prefieres algo dulce, disfruta de la deliciosa torrija con nata cuagulada de Toast.

El autobús 316 te llevará 30 minutos al norte a la región de “Waterland”: a Volendam, la ciudad favorita de los turistas (imagínate: tiendas de zuecos, fotos de disfraces); o a mi favorita, Edam, una pequeña ciudad de tranquilos canales, frondosos senderos para caminar y un impresionante campanario, a solo 7 minutos en autobús. Prueba el queso homónimo de la ciudad en Kaasspeciaalzaak, pero reserva mesa para cenar en De Fortuna y deléitate con la tabla de pan de masa madre y la tarta de nueces con lúpulo crujiente de La Haya.