Maldita la hora en la que se me ocurrió visitar a unas amigas que vinieron a Granada, fuimos allí a echar el día con ellas y desde por la mañana cuando llegamos comprobé cómo la propietaria no paraba de entrometerse en la intimidad de los clientes, llamaba constantemente.
Tal era el nivel que la propietaria les llegó a decir que usaron demasiados coches para ir 6 personas, les obligó a retirar un vehículo de la calzada pública (porque era zona pública aún así ella mintió diciendo que era plaza privada, si fuera privada tendría placa de Vado) culpa de mis amigos que por no sufrir más acoso telefónico atendieron sus exigencias. Por cierto también les intentó obligar a apagar luces, podría explicarle a esa señora los derechos de los clientes pero se ve que no ha visitado muchos hoteles u otras viviendas vacacionales y sería perder tiempo.
El remate del acoso llegó cuando la propietaria acusó al cliente (mis amigas) de que estaba intentando engañarle con el número de huéspedes que se quedaban allí, pero ella no contenta con el espionaje vino hasta la puerta y nos vió salir al pueblo a eso 10 de la mñn aproximadamente, y por eso consideró que había dormido más gente allí.
Por no sufrir llamadas constantes, incómodas y violentas, porque no es agradable que una persona te llame por teléfono diciendo que sois unos mentirosos y que no tenéis decencia, volvimos acceder a sus delirios y pagamos como si hubiera dormido desde el primer día.
La cosa no queda ahí, porque ella igualmente amenazó con echarnos (como os dije, no debe saber mucho sobre los derechos de un cliente que ha pagado legalmente por un alquiler vacacional) el caso es que después de haber pagado el impuesto revolucionario por visitar a unas amigas esperábamos que nos dieran almohadas, ropa de cama y toallas para la verdadera estancia de los que fuimos el sábado, pero no fue así. Es decir, soy estúpido por pagar como si hubiera dormido dos días cuando fue uno por obligación y encima no me dieron los medios necesarios para hacérmelo cómodo.
Para finalizar el asqueroso trato que recibimos nos intentó obligar a pagar la leña que utilizamos, coste que habríamos pagado si hubiera estado reconocido o preestablecido antes de pagar el alquiler, pero a ella se le olvidó ponerlo en la página de Airbnb y comentarlo el viernes o el sábado, lo dijo el DOMINGO cuando nos íbamos, en conclusión una usurera.
La casa está bien, no lo negaré, pero la sombra de esa mujer sobre sus huéspedes hacen que la estancia se vuelva incómoda.
Pd: La anfitriona no contenta con todo nos acusa por Airbnb de no haber dejado la casa limpia al finalizar la estancia, una mentira ruin y típica para reforzar su postura delirante. Una acusación muy fácil porque nadie se preocupa en hacer fotos cuando sale de una casa de vacaciones preocupándose por posibles acusaciones que te haga la anfitriona, si a esa señora se le puede llamar anfitriona.