Hemos estado mi marido y yo en el puente de Todos los Santos disfrutando del comienzo del otoño con sus intervalos de sol-lluvia-sol y disfrutando también de esta maravillosa casa rural. Las características principales de esta estancia han sido la limpieza, el lujo de detalles, la calidad de la construcción y de los contenidos, los muebles todos nuevos (réplicas de antiguos), la ropa de cama de algodón y la comodidad del colchón y almohadas, todos visco-látex.
También mencionar el confort que nos facilitó la calefacción en alguna tarde de lluvia, la pequeña compra que nos hizo Sandra (fuimos en tren a Oviedo), las vistas maravillosas al valle y sus brumas matinales desde la planta superior…
La casa, en si misma, es espectacular. Hay que mencionar el diseño perfecto que traza la distribución del espacio: En primer lugar, muy singulares han sido los dormitorios, por su amplitud también en altura. Cuentan con techos inclinados de más de 4 metros, techos con vigas vistas de madera. Y esos dormitorios albergaban también pequeñas zonas de día con detalles que invitan al descanso y a un ritmo lento, como una preciosa mecedora thonet, o una mesa camilla con mantelito de ganchillo. En segundo lugar, la carpintería de puertas, ventanas y armarios son dignos igualmente de recordar, de madera maciza, quizá roble teñido, todo nuevo y al puro estilo provenzal. Sin duda, prefiero las copias, al reciclado o recuperado, pues se gana en ahorro energético y en funcionalidad.
Finalmente, los tragaluces en el descansillo superior aportaron mucha alegría a un pequeño rincón de lectura y a la escalera con su barandilla de forja también preciosa.
El pequeño jardín circundante no lo pudimos disfrutar por ser ya otoño, pero tenía una pinta estupenda con sus macetas, su barbacoa, su carreta y sus bancos perfectamente emplazados para contemplar la campiña. Animo a quien le guste lo “country” sin renunciar al confort y a las comodidades de la vida cotidiana actual. Monika H., Madrid.