Raucho no es un alojamiento. Es un destino en sí mismo. Lo separan de Areco 10 kms de ripio y esa es su gran ventaja: queda literalmente en la mitad del campo. No hay autos, ruidos molestos, wifi, vecinos ni obras cercanas. Solo naturaleza en un hermoso casco de estancia restaurado y con la excelente atención de Matteo y Mercedes. Eso es justo lo que fuimos a buscar: una hamaca paraguaya desde donde contemplar a un hornero construyendo su nido, reposeras en un jardín inmenso para disfrutar la sombra, riquísima comida casera, y una noche estrellada que no vamos a olvidar. La habitación es muy confortable y amplia, el colchón perfecto y las sábanas suaves y perfumadas. La ducha bien caliente y con buena presión. La cena al lado de un hogar calentito, y de primer nivel! (plato fijo que te avisan con anticipación, siempre muy atentos a las necesidades alimenticias de cada huésped). Desayuno variado y abundante (self service, lo cual para mí es una ventaja): yogur, mermeladas, manteca, dulce de leche, pan blanco e integral, jugo, budín, todo casero. Durante el día se puede descansar, pasear por el campo, andar a caballo o bicicleta, leer, etc. Es un lugar ideal para desconectarse (solo en algunos rincones llega algo de señal 4G) y conectarse con la pareja/uno mismo. Si uno quiere quedarse a almorzar, tienen platos básicos pero no por eso menos sabrosos (tartas, pollo con ensalada) a precio muy razonable. Las bebidas no están incluidas pero siempre traen una botella de agua fresca con la comida. Realmente, un placer pasar en Raucho un fin de semana, esperamos volver!