Alquilamos el apartamento de 20 a 22 de junio. La primera sorpresa fue que el bajo de los apartamentos es un bar-mesón. Todo el edificio es de la misma propiedad.
La entrada está en el lateral de la casa, la puerta, con caja codificada para recoger las llaves, da acceso al pasillo que va del salón del mesón a los aseos del mismo. El olor a cocina inunda esa estancia. Hay otra puerta con llave que separa la escalera de acceso a los apartamentos, en la planta superior. El apartamento es bonito, estuco, madera. Está bien conservado. El baño perfecto.
Descargamos sobre el mediodía, se aprecia un ruido, “muy presente”, un zumbido con vibración metálica, en el hueco de lo que debe ser la chimenea del edificio. Telefoneamos a la dueña, no le consta ese ruido, insinúa que quizás puede ser la caldera. Nos vamos a caminar.
Preparando la cena comienza de nuevo el ruido. Cenando, se convierte en un fuerte golpeteo. Voy a bajar al bar, así no se puede estar. En la escalera me cruzo con dos personas del bar, extintor en mano: “que se ha incendiado la cocina”. “Que evacuemos”. “¿Dónde está la caldera?”, me preguntan a mí ¡!
Salimos con lo puesto. Acuden vecinos. Admirablemente se implican. Suben al tejado, el humo negro y denso sale fortísimo por la chimenea, comienzan a descargar extintores por la salida de la chimenea, otro vecino conecta una manguera a una toma de agua de la calle y bombean también agua.
Cuando estimo que la situación no va a más, entro en la vivienda y recupero nuestros enseres.
En la aglomeración de la calle, las personas que se han implicado comentan: que el bar lo habían abierto ese mismo martes, que un técnico de calderas había estado esa semana, que la tubería, o una de las tuberías en el tiro de la chimenea era de plástico...
Los bomberos tardaron casi hora y media en llegar, quien conozca la carretera de Cuenca a Tragacete entenderá la tardanza. Espero que el atestado de los bomberos clarifique qué pasó. Algo no estaba como debía...
Pernoctamos en un hotel cercano.
Y creo que es mi obligación hacer esta reseña, sin ánimo de perjuicio, como llamada de atención. Como valencianos, cercanos a la tragedia de este invierno, creemos que las normas anti-incendios deben ser extremas, su cumplimiento también.